«Mittler zwischen Hirn und Hand muss das Herz sein»



Sin contar algún que otro corto de Disney que me gustaba ver de pequeña, nunca había visto una película muda y en blanco y negro como es Metrópolis.
Ya solo por esto, es una película que requiere mucha atención para no perderte en la historia y ningún detalle.

Se refleja una sociedad claramente jerarquizada en dos grupos y, como siempre, el lado obrero es al que le toca mantener a la élite que vive en la superficie. Continúan con este sistema hasta que el protagonista, Freder, hijo del presidente de Metrópolis, descubre las pésimas condiciones laborales en la Ciudad de los Trabajadores.
Gracias a la ayuda de María (guiño al cristianismo), consiguen restablecer la armonía después de la rebelión y dar los primeros pasos hacia una sociedad mejor.

Tiene numerosas referencias artísticas al Art Decó en decorados, al futurismo y modernismo geométrico en la ciudad de la superficie pero también al clasicismo e historicismo; al igual que a varios arquitectos como Gaudí, Otto Wagner o Bruno Taut.
Muy influida por la revolución industrial y la creciente importancia que estaban cobrando las máquinas en aquel momento; puesto que en su mundo, como en el nuestro, son una parte fundamental en la que se apoya la ciudad.
Además, y hablando de ''espacios'', son generados en su mayoría por maquetas y dibujos que utilizaban para completar la escenografía.

El mensaje que quiere transmitir el autor me parece muy importante y actual aunque sea de 1927 y, por lo tanto, una película muy recomendada que casi puede terminar convirtiéndose en una clase de filosofía.


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